Hace poco días el Monseñor Eguia expresó que la corrupción en la Argentina está institucionalizada, aunque luego de que sus declaraciones tomaran estado público y la conmoción que ocasionaron declaro que nunca se había expresado de esa manera.
Independientemente de que sean ciertos los dichos que se le imputan, considero que son un claro reflejo de la realidad política argentina, donde la corrupción esta institucionalizada y es parte de la idiosincrasia política de nuestro país.
Ya sea que es utilizada como variante política a la hora de gobernar, ya sea que es fruto de la viveza criolla o consecuencia de la impunidad, refleja la inmadurez política en la que está sumergida la Argentina.
A los últimos presidentes elegidos democráticamente por el voto popular se los acusó de hechos de corrupción, logrando ser algunos a pesar de todo reelegidos, será porque a la población le gusta que los gobiernen corruptos o por que la corrupción es el caballito de batalla necesario y fundamental para asumir la mas alta magistratura del país.
Tal vez el problema es que los corruptos no son solo los políticos, sino que el argentino por naturaleza es corrupto, tomando este concepto en su máxima expresión, abarcando al simple ciudadano civil que estafa, comete actos delictivos de toda índole, que van del simple ladrón al que comete fraudes o paga coimas, monta empresas para lavar dinero o anda por la vida tratando de encontrar la forma de hacer dinero fácil, aunque esto signifique hacerlo a costas de la ley y perjudicando a otros.
Ojalá llegue el día que se pueda decir " se acabó la política corrupta", lástima que no creo que llegue a vivir ese momento, por que la corrupción está tan institucionalizada que tal cual como dijo Santos Discepolo hace mas de setenta años ..."es lo mismo ser derecho que traidor,ignorante, sabio, chorrogeneroso o estafador"...
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